3/8/16

Billete de ida: Una ruta balcanomediterránea. Sofia

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Viajamos solas a esta hermosa ciudad, #Sofia. El vuelo de #WizzAir que sale de Madrid llega a las 0.55 a la capital búlgara. Aplausos en el aterrizaje, gente contenta de volver a casa. La mayoría son búlgaros. El avión sobrevuela el Mediterráneo, se adentra en los balcanes por Split, Bosnia y Nis, en Serbia, hasta el aeropuerto internacional de Sofia. El desembarco nos recuerda al del aeropuerto de Dakar: todos los pasajeros del vuelo apiñados en las escaleras del hall esperando a pasar el control de pasaportes. Territorio #Schengen: “De los seis miembros de la UE que no forman parte del espacio Schengen, cuatro —Bulgaria, Croacia, Chipre y Rumania— tienen la obligación legal y desean unirse a la zona, mientras que los otros dos —Irlanda y el Reino Unido— mantienen opciones de exclusión”. Pasamos el control, cambiamos 40 euros por 70 levs y salimos del aeropuerto.


El taxista que nos lleva a nuestra Guest House, en el centro de Sofia, nos señala las principales atractivos de la ciudad: el principal boulevard #Vitosha, que da nombre a la montaña que emergió como resultado de actividad volcánica y tiene el perfil de una enorme cúpula. Es uno de los símbolos de Sofia.

Bita, el taxista, nos advierte: “a este boulevard solo vaya a ver, no compre ropa que es muy cara”. Y también: “Aquí están los sitios más exclusivos de Sofia, pero también hay mucha droga, sobre todo de griegos e italianos”. Nos habla en un inglés aceptable, aunque dice que “nunca me lo enseñaron en la escuela”. Antes de llegar a la calle Angel Kanchev, nos da tiempo a divisar de lejos el Parque Central de Sofia, el gran Centro Cultural que alberga, la Universidad y la Catedral de Alejandro Nevski.

Nos quedamos maravilladas con la monumentalidad de la ciudad, muy tranquila a estas horas de la madrugada. Nos adentramos en Angel Kanchev, buscando el #ArtHostel número a número, en penumbra. Las farolas apenas iluminan las calles adyacentes a las grandes avenidas de Sofia. Nos recuerda, de nuevo, a otras ciudades europeas donde nos sentimos inseguras callejeando a altas horas buscando nuestro hotel: Frankfurt, por ejemplo.

El personal que nos recibe en la Guest House es joven, todo chicos. Hacemos el check-in y nos acompaña Anastás a la residencia, a unos minutos caminando desde el #ArtHostel. Se trata de un edificio rehabilitado y reformado en su interior para albergar viajeros. Nos sentimos por un momento como en #GoodbyeLenin. Todo está tan oscuro al entrar al patio de la residencia que apenas acertamos a recordar el camino de vuelta. Pero la habitación es cómoda, hay salón, cocina y wifi. Así que desplegamos el #SofiaCartoonMap que nos regalan pero caemos redondas en la cama. Son las 3 de la madrugada, y mañana tenemos que recorrer el camino de vuelta al Art para desayunar. Nos dejaremos guiar nada más despertar por el #CartoonMap.