27/2/05

Los últimos pobladores de la Sierra de Baza


Moradores serranos. De una población que hasta hace unas décadas alcanzaba las 5.000 personas, actualmente tan sólo 14 “disfrutan” la vida serrana

La Sierra de Baza quedó prácticamente despoblada en los años 50 pero algunos aldeanos, lejos de abandonarla, decidieron habitarla permanentemente y trabajar por su recuperación

Pocos son los que hoy en día podrían sobrevivir a temperaturas que alcanzan los 14º bajo cero, a 1.600 metros de altura y rodeados por los cuatro costados de un espeso manto de nieve que permanece intacto la mayor parte del año.
Pocos son, de hecho, los que en el siglo XXI viven en estas condiciones. Pero no sólo los hay, sino que parecen no necesitar muchas más comodidades para sobrellevar una vida digna y feliz. Además están mucho más cerca de lo que pudiéramos pensar. A tan sólo 22 kilómetros de Baza y en pleno Parque Natural.
La carretera del Camino del Moro a Benacebada es el camino que recorremos para conocer a los últimos pobladores serranos.
La recuperación de casas serranas deshabitadas puede ser germen de un incipiente turismo rural
La nieve QUE cubre estos días todo el parque natural complica la subida hasta las aldeas serranas, aunque el camino se encuentra en buenas condiciones. No obstante, el alcalde pedáneo de Benacebada, Antonio Ángel Sánchez, recomienda realizar estos trayectos en vehículo todoterreno, sobre todo si no tenemos costumbre de transitar por la nieve. “También Medio Ambiente debería podar más los pinos de las laderas de los caminos para que el sol permita descongelar la nieve”, afirma Antonio Ángel, nacido en Benacebada en 1956 y que relata durante el trayecto algunos de sus recuerdos de infancia.
“He llegado a conocer todas las casas de la Sierra habitadas, con sus molinos funcionando”. Al pasar por la aldea de El moro, recuerda su mercado de ganado -“el más importante de la zona”- y la tienda de comestibles que regentó su padre en esta aldea durante siete años, “que funcionaba a base de trueque de trigo, patatas o jamones...”.
José y mercedes son los pocos moradores serranos que no abandonaron sus aldeas, en las que viven dignamente

Estamos ya a 1.600 metros y la nieve cubre por completo toda la carretera, desde la que divisamos los característicos pajares y cortijos de piedra, algunos en venta como El Cortijo del Llano, que se vende por unos 84.000 euros.

El primer aldeano con quien hablamos en Benacebada es con José, que a pesar de sus 72 años parece tener una salud de hierro y hace gala de un extraordinario sentido del humor. Se asoma a la puerta de su cueva termómetro en mano y nos anuncia los 14º bajo cero que ha alcanzado la aldea la noche anterior. “Además, hasta las 9 de la mañana hemos estado hoy a 15º bajo cero”, asegura con precisión. José nació en Barcelona, aunque su abuela y padre -conocido como el tío Fernando- eran oriundos de Benacebada. Un año vino de vacaciones a la aldea y se quedó para siempre, así que, como él dice -haciendo honor a su buen humor-, “de aquí al cementerio de El Moro, el Cortijo de los Callaos”.
lo que fueron pueblos fantasma hoy comienzan a poblarse de emigrantes retornados

José afirma vivir “bien” en su “cascaroncillo de huevo”, como él lo llama. Tan solo se queja de que estos días se ha congelado el depósito de agua y tienen que abastecerse de una fuente cercana. Bueno, también se queja de “vivir solo”; y es que encontró en Benacebada la buena amistad de Mercedes, otra de las vecinas de la aldea, con quien compartió vivienda durante 8 años hasta que se separaron, muy a pesar de José según el gesto de desaprobación con el que nos cuenta la historia.

Mercedes Martínez vive, también sola desde que murió su madre Narcisa, unas casas más abajo. Tiene 47 años, y la encontramos retirando la nieve de la entrada de su morada serrana y cuidando de sus gallinas, pavos y conejos. Saluda amablemente a sus vecinos, el matrimonio formado por Rosario y Antonio Ángel, el alcalde pedáneo de la aldea.

El bagaje de costumbres relacionados con la vida en la Sierra de Baza de esta pareja es impresionante. Fue en los años 80 cuando decidieron apostar por la recuperación de la aldea. Comenzaron a reconstruir las casas y hasta el momento han conseguido que los emigrados retornen, al menos, durante los meses de verano, tiempo en el que incluso han recuperado la fiesta que se celebraba el segundo domingo de agosto. En Benacebada hay un depósito de 40.000 litros de agua y otro para la basura que se recoge periódicamente.

Antonio Ángel está de acuerdo en respetar la fisonomía de las casas serranas, pero también apuesta por “no volver a la edad de piedra” y poder vivir en la Sierra “con todas las comodidades”. Conoce bien las condiciones en las que se vive en la Sierra y por eso valora positivamente la propuesta de incluir las aldeas de Benacebada, Los Rodeos y Bailén en el Plan General de Ordenación Urbana que redacta el Ayuntamiento de Baza. “Queremos recuperar la población y la vida de nuestras aldeas pero siempre conforme a una normativa que rija todas las actuaciones urbanísticas”, afirma el alcalde pedáneo.


Recuperación poblacional de la Sierra
La población de la Sierra sufre un descenso a partir de la década de 1910-1920, cuando los serranos emigran a Córdoba y Sevilla para faenas temporeras de la aceituna y, ya con carácter permante, hacia Barcelona. En los años de posguerra se recupera población -”seguramente buscaba seguridad en el anonimato de las alturas”, según el historidador José Sánchez García-, pero a partir de los 50 la emigración es masiva y el despoblamiento casi total. Actualmente, en Benacebada hay censados 56 vecinos con vivienda y suministro de agua, otros 20 en la aldea de Bailén y unos 7 en Los Cortijillos, aunque permanentemente viven unos 14 en total, contando los 8 vecinos de Los Rodeos. No obstante, la población en verano supera las 56 familias sólo en Benacebada. • l.m.

El PGOU de Baza protegerá la arquitectura popular serrana
El antropólogo Lorenzo Sánchez demanda la implicación colectiva de Ayuntamientos del Parque y Consejerías para lograr que “una de las joyas del Parque”, la arquitectura tradicional, no desaparezca y que las nuevas construcciones -tanto en aspecto exterior como en uso de materiales- se adecúen al entorno.

La piedra y la pizarra empleada en las casas serranas lograban antaño una mimetización casi perfecta con el paisaje, confundiéndose con la roca del entorno. Aunque es difícil imponer estos materiales, los técnicos del equipo redactor del PGOU de Baza regulará, mediante un inventario que incorporará al Plan, la arquitectura de la Sierra. Sánchez opina que “se echan en falta normas urbanísticas del resto de consistorios del Parque que revisen y protejan la arquitectura serrana, puesto que en Juntas de Gor o Charches, esta arquitectura prácticamente ha desaparecido”. • L.M.


Turismo rural sostenible en la Sierra de Baza
Muchas viviendas que habían sido abandonadas en las aldeas de Benacebada y Bailén están siendo recuperadas por algunos de sus propietarios -que también han comprado otras casas a sus vecinos-, con el fin de algún día puedan contribuir al desarrollo de la Sierra en forma de turismo rural. En Benacebada, el mismo alcalde pedáneo afirma haber adquirido ya a sus antiguos propietarios unas 7 casas, que está arreglando para poder alquilarlas.

Los antiguos inquilinos las han vendido al alcalde “para que las rehabilite y no las venda a los extranjeros”, según asegura Antonio Ángel Sánchez.
Asimismo, en la aldea de Bailén, la vecina Emilia Martínez compró a su abuelo la primera casa y ha adquirido ya una decena de viviendas en esta aldea.
En los dos casos, el objetivo es -según nos relata Antonio Ángel Sánchez- “evitar la especulación”. pero poder explotar turísticamente las excelencias que ofrece la Sierra: además de la nieve, el conocimiento de la naturaleza y las costumbres serranas ancestrales. Eso sí, siempre respetando la sostenibilidad del Parque Natural.
Este fenómeno se repite en otras aldeas como La Rambla del Agua o Los Olmos, donde muchos de sus antiguos habitantes han retornado o visitantes que, prendados de la Sierra, han rehabilitado antiguas casas para su uso como segunda residencia, tal y como atestigua Lorenzo Sánchez. • l.m.